¿Podemos reprocharles algo a Antena 3 y a Globomedia por haber intentado repetir la jugada de 'El Internado'? Si acaso, el vendernos 'El Barco' como algo distinto pero, si lo pensamos bien, nunca lo han hecho. Sin decirlo nos decían que la serie nueva sería igual que la antigua. Y mejorada en sus aspectos más "rentables".

Desde la primera escena de desnudos semiteen gratuitos, antes de haber presentado en condiciones a los personajes (hasta en el porno hay intros con ropa), ya queda claro que 'El Barco' es más de lo mismo, pero con la coartada marinera, que justifica mucho mejor la exhibición de pectoralitos, muslitos y tetitas. Nótese cómo el diminutivo ejerce aquí dos funciones: por un lado convierte palabras relativamente tabú en aceptables y, por otro, hace casposas unas palabras que, en el fondo, no tienen nada de malo. Ésa es también la clave del éxito de los desnudos de estas series: pasan como lógicos y "sanos" y a la vez son absolutamente patéticos. Ya no estamos en los setenta, ya no hay que colar estas cosas. Uno ya no se desnuda "por la democracia", ni por la liberación sexual, ni por nada. Sólo lo hace para que un montón de espectadores se traguen una serie mediocre con la esperanza (no: con la certeza) de que aún queda carne por ver. ¿Se puede culpar a los creadores de 'El Barco' por hacer esto? Nunca. Ellos saben muy bien qué hacen y a quién lo dirigen. Y, generalmente, funciona.

El caso es que no sé cuál es el problema de hacer una serie "torsítica" que además sea medio buena. ¿No lo son la nueva 'Hawaii 5-0' o 'Spartacus' (para algunos, para mí no, para mí es un pornete trash)? 'El Barco', que en su primer episodio ya ha tenido dos grandes escenas a lo anuncio playero, también ha dado grandes momentos de vergüenza ajena. Momentos derivados de un guión desastrado, que utiliza mal todos los recursos: ese letrero de "cinco horas para el fin del mundo" (¿auto-espoiler?), esa elipsis grosera (plano de ola gigante que va a engullir al barco - fundido en blanco - aquí no ha pasado nada) o esa trama del "vamos a buscar algún punto del océano con cobertura" eran propios de un relato corto escrito por un nerd de trece años, uno de esos textos que terminan con un "Se despertó. Todo había sido un sueño", final que, curiosamente (o no, mira lo que te digo) fue el de otra serie mítica de Globomedia. A un montón de starlettes y starlettos televisivos sólo se les puede pedir que se quiten la ropa y/o digan en orden las palabras de un guión, pero si ese guión es un churro, quedan como patanes. Así luego nos sorprendemos cuando nos los encontramos en otro sitio (una película bien escrita o una función teatral de nivel) y vemos que saben actuar. Algunos, claro, los menos. Eso sí, descamisados y diciendo tonterías, todos son iguales. Sólo cambia el decorado, como en 'El Barco'.

Es posible que os estéis haciendo una imagen equivocada de mí. Yo mismo a veces leo algunos de mis posts y pienso "¿pero este tipo sólo disfruta con dramones opacos y comedias urbanas snobs?". Luego están todos esos comentarios que pueden resumirse en "no hay que pedirle tanto a la tele, al fin y al cabo es sólo tele y está pensada para entretener, no para elevar el nivel cultural de la gente, ni siquiera su nivel de actividad mental". Esta afirmación es discutible, pero es que además. ¡yo la comparto! Para mí la televisión es sobre todo entretenimiento, divertimento y placer. Y las series, aún más.

Nadie como yo disfruta con una buena serie de acción, en la que se salvan vidas, se rompen coches y se acaba casi siempre a tiros, lo cual no implica que cualquier cosa con balas, bombas y persecuciones me parezca buena. Ni siquiera entretenida. Para ver ráfagas de ametralladora sin sentido y escuchar petardazos constantes me pongo un videojuego. A una serie de acción le pido otras cosas. Efectivamente, quiero desconectar, olvidarme durante un rato de mis problemas cotidianos, pero eso no quiere decir que quiera desconectar mi cerebro, no pensar (no sé hacerlo, ¿cómo se hace?), y mucho menos terminar pensando en lo cutre que es la serie que estoy viendo.

De ahí que 'Hawaii 5-0', estrenada en España en Fox esta misma semana me parezca la serie de acción de la temporada. Es un remake de una serie mítica de los setenta, pero no es ni una reinterpretación irónica ni un homenaje. Es una serie de acción en condiciones, con personajes bien diseñados, buen montaje y una utilización muy adecuada de los básicos del género. Sus protagonistas, otro caso clásico de "extraña pareja" de policías cumplen con creces. Tanto Alex O'Loughlin como un cada vez más maduro (y fabulosamente peinado, aunque igual de canijo) Scott Caan hacen creíbles dos personajes que, pese a ser un inevitable compendio de tópicos, funcionan de maravilla. Completan el cuadro Daniel Dae Kim (Jin en 'Perdidos'), Grace Park (Boomer en 'Battlestar Galactica') y el alucinante (y en cierto modo asfixiante, muy a lo 'Dexter') paisaje de Hawaii.

Un poco como la nueva 'Nikita', la nueva 'Hawaii 5-0' es digna sucesora del original y, a la vez redefinición del modelo. En vez de apostar por refritos pop (superficiales por vocación) o fantasías retro (cansinas y, además, mentirosas), se filtra el original para destilar su esencia y, a partir de ella, se construye (más que se reconstruye) la nueva serie. Este proceso hace que el producto actual sea precisamente eso, actual. Aquí es cuando sí tienen sentido las adaptaciones, las revisiones y los replanteamientos. De la 'Hawaii 5-0' original quedan la sintonía (brutal temazo), las fabulosas localizaciones, y los personajes y pilares argumentales básicos. El resto es todo nuevo. Nuevo y bueno. 

Con más de un mes de retraso le eché un vistazo a 'Oído Caníbal', otro de esos proyectos agradecidamente marcianos de Canal Plus. No la vi en su momento porque físicamente no la tenía (aunque creo que ya se podía ver en la web de la cadena). Los DVDs que me enviaron terminaron en manos de algún vecino que pensó que en aquel sobre habría algo valioso. Luego por arte de magia (o arrepentimiento, supongo), el sobre terminó en mis manos. Tiene gracia. 'Oído Caníbal' trata precisamente de eso, de gente que se mete en la vida de los demás, personas que se obsesionan con recabar información de otros, y hacen con ella cosas igualmente enfermizas.

Definida por la propia cadena como un "proyecto experimental", la serie no es exactamente eso. "Experimental" sería una serie dirigida por Bill Viola o por Sergio Prego. Se proyectaría en museos de arte contemporáneo y en eventos gafapasta extremos y el noventa y nueve por ciento de la población no la entendería. 'Oído Caníbal' lo que es es extremadamente indie, un producto puramente "de autor", escrito, dirido y producido (y si me apuras también barrido, fregado, peinado y maquillado) por David Navarro. Un creador televisivo puro. No estoy exagerando.

Procedente no del universo de la televisión, sino del de Internet, Navarro ejemplifica el eslabón perdido entre el amateurismo puro de las webseries y la profesionalidad del medio televisivo "real". También demuestra que ambos mundos no están tan lejos, como pretende hacernos creer ese establishment que produce una y otra vez la misma serie familiar, envuelta en un color diferente (y a veces ni eso).

'Oído Caníbal' hace aguas por muchos sitios. Se ve claramente que es un producto no profesional en el que todo es susceptible de ser mejorado. Y sin embargo ¡es más interesante que la mayoría de las series españolas! Porque tiene una duración lógica, un argumento sugerente (muchísimo) y un estilo muy rudimentario pero a la vez propio. Puede que se trate de una mera anécdota, de otra extravagancia del Plus (bienvenidas sean, pues por ahora llevan dos aciertos con dos intentos, y el tercero, 'Crematorio', tiene pintón) o de un paréntesis "alternativo" que no llevará a ninguna parte. O puede que se trate de la entrañable ópera prima de un futuro grande de la televisión. O un pasito más hacia una industria de ficción televisiva un poco más dispuesta al avance y la evolución. 'Oído Caníbal' no es ninguna maravilla (es más, igual ni siquiera es buena), pero es un comienzo, otro comienzo. Es la prueba, otra prueba, de que aquí sí puede hacerse. No digo que David Navarro vaya a ser el próximo Aronofsky, Tarantino, Sorkin o Fey (o quedándonos en casa, Amenábar). Tampoco sé si es su intención seguir haciendo series. Lo que sí tengo clarísimo es que el tipo le ha echado un par, y eso, además de reconocérselo, se lo tenemos que agradecer. Si hay algún productor en la sala, que llame a este chico.

Lo de 'Southland' es un caso curioso. Pendiente de un hilo casi desde su primer episodio, ya va por la tercera temporada. ¿Qué pasa con ella? ¿Cómo se lo monta para seguir a flote?

¿Es posible que sus responsables, la TNT americana, la mantengan en antena sólo por el prestigio? ¿Son las buenas críticas que recibe la serie su tabla de salvación? Cuesta creer que a estas alturas una serie pueda vivir sólo de los críticos, así que conviene aclarar que éste no es el caso exacto de 'Southland', una serie cuyas audiencias, en contra de lo que podría parecer en un principio (sobre todo si sigues la serie) nunca se han despeñado completamente. Bajas, pero existentes, y más o menos estables.

Es completamente comprensible. Si hay una serie que mantiene un tono uniforme esa es 'Southland'. Podríamos decir que es buena (incluso por momentos, muy buena), pero quizá tendría que haberse quedado en seis episodios (o trece, venga, os concedo trece), con un final potente y en condiciones. Al contrario, la idea de la serie de retratar la cotidianidad más cruda de la policía de Los Ángeles, da lugar a una infinita sucesión de escenas costumbristas "sucias" que en pocos episodios pierden capacidad de impacto. De puro reales y realistas, las tramas de 'Southland' pueden terminar siendo aburridas y, lo que es peor, previsibles, pues realidad y ficción se rigen por reglas distintas. A 'Southland', la aproximación cuasidocumental (aunque cada vez menos) le ha generado fans desde el primer momento, pero también le ha hecho daño. Mientras una pequeña parte de la audiencia se vuelve incondicional de la serie, la gran mayoría se aburre y se pone a ver otra cosa.

Y sin embargo, ahí sigue la serie, sobreviviendo en la parrilla como sobreviven sus personajes en las calles de una inhóspita Los Ángeles. De sobrevivir al día a día, de ir tirando, de eso trata 'Southland'.

Nota: mientras escribo esto, en las pantallas del AVE ponen una dantesca película sobre chavales bailongos y calientes. A mi lado, un ejecutivo ve un capítulo de 'Oz' en su portátil. Un par de filas más adelante, una chica también lleva el portátil abierto, pero con un episodio de 'Californication'. Pues eso.